Recientemente, como resultado de un arduo trabajo y de la perseverancia de los actores involucrados en el Proyecto de Mejora de la Anguila, se aprobó su Reglamento de Ordenamiento Pesquero. Punto para PRODUCE.
La norma marca un avance significativo hacia el manejo sostenible de un recurso que, en el pasado, estuvo en riesgo de sobreexplotación y colapso. El camino hacia la recuperación ha sido arduo, pero este nuevo marco legal posiciona a la anguila como el candidato peruano con mayor potencial para obtener el prestigioso sello azul del Marine Stewardship Council (MSC), la certificación internacional más importante en sostenibilidad pesquera.
Es fundamental reflexionar sobre la historia de esta pesquería peruana, que encarna la experiencia de superar años de crisis. Como en la vida misma, las decisiones más sabias suelen nacer de lecciones aprendidas a un alto costo. En este caso, el deseo de evitar repetir los errores del pasado debería convertirse en un recordatorio constante con el fin de hacer las cosas bien desde el principio.
Algunas pesquerías más jóvenes no han atravesado las mismas dificultades que enfrentó la anguila y han prosperado en mejores condiciones. Sin embargo, vivir en una permanente bonanza puede generar la falsa percepción de que la sostenibilidad no requiere esfuerzo. Este error lleva a creer que la abundancia siempre estará garantizada, pero la realidad demuestra lo contrario. Como observó Winston Churchill: “La cometa se eleva más alto en contra del viento, no a su favor.” Así también, las crisis nos impelen a desarrollar resiliencia y adoptar medidas responsables.
Un claro ejemplo de una actividad joven en el Perú es la pesca artesanal de pota, que ha experimentado un crecimiento asombroso. De 54 toneladas de desembarque registradas en 1998 por las embarcaciones artesanales, se llegó a 533 mil toneladas apenas diez años después. Este auge convirtió a la pota en la pesquería peruana más importante en términos de empleo y exportaciones para consumo humano directo, así como en pilar de la alimentación popular, con capturas que se han mantenido alrededor del medio millón de toneladas anuales durante más de 15 años.
No obstante, 2024 marcó un punto de inflexión. Este ha sido el peor año para quienes viven de la pota. Recuperar el equilibrio será un desafío, y por ello es urgente implementar mejoras en la gobernanza pesquera.
Entre las prioridades está el establecimiento de un modelo regional para evaluar su stock poblacional, que permita fijar límites de captura tanto para los pescadores peruanos como para las naves extranjeras, particularmente las chinas. Esto podría lograrse activando los mecanismos de la Organización Regional de Ordenación Pesquera del Pacífico Sur (OROP-PS), una herramienta que no se utiliza a plenitud. Evidentemente, también debemos ser eficientes en controlar a las flotas de aguas distantes en nuestras 200 millas, que intentan depredar nuestros recursos hidrobiológicos al menor descuido, como lo denuncian los hombres de mar. Así evitaremos que se desplace a nuestros pescadores y se afecte su productividad.
Además, en octubre de este año se publicó el proyecto de Reglamento de Ordenamiento Pesquero de la pota, que incorpora muchas de las lecciones aprendidas en la gestión de la anguila, y ha sido fruto de un proceso participativo con los usuarios del sector. Urge su promulgación sin dilaciones.
Es momento de subirnos a la nave de la prosperidad, pero esta vez con una conciencia renovada sobre los riesgos y desafíos inherentes a la gestión de una pesquería tan compleja como la de la pota. Solo así garantizaremos un futuro sostenible para nuestros recursos marinos y las comunidades que dependen de ellos.
Opinión: Proyectos relativos al Atlántico Sur, Malvinas y Pesca 2025 Argentina
Los últimos días del año pasado y los primeros de 2025 los he dedicado a reflexionar sobre los efectos de mi prédica sobre las cuestiones relativas al Atlántico Sur. En forma incipiente desde 1972...